sábado, 20 de abril de 2013

El rostro dulce.

     Hoy, 20 de abril de 2013, otoño en Buenos Aires, Plaza de Mayo llena de personas que esperan la asunción del nuevo arzobispo de la Catedral de Buenos Aires. En medio del gentío encuentro este rostro, tan fresco y tan lozano, como solo puede serlo el rostro de quien empieza a transitar el camino de la vida.
     Quede prendada de esa carita tan hermosa, tan inocente, tan sin preocupaciones, en medio de la locura, de la algarabía ella miraba... ¿qué miraba?, ¿qué soñaban sus sueños de niña?.
     ¿Qué soñaba yo a esa edad?.
     ¡Qué pronto se olvidan las cosas que ayer vivenciamos! ¡Qué pronto se nos va la vida, esa vida pequeña de sueños tan vívidos y tan luego olvidados!
      La niña es bella, en su inocencia mira la vida y sueña, un gran camino tiene por delante, pero eso no le interesa, vive este instante, el único verdadero, el único existente, este momento que sueña y se admira de cada cosa que la vida le brinda a su dispuesto asombro.
      Me alegro de haber podido captar este instante, yo podre guardarlo por siempre y, tal vez, alguna vez, por esas vueltas de la vida, nunca se sabe, pueda entregarle a la niña este instante para que recuerde como era vivir en la maravillosa experiencia de existir en un constante descubrimiento de sucesos admirables y nunca repetidos.

6 comentarios:

  1. Una mirada, otra de tantas que nos blinda la vida... y esta vida se quedó fijada en tu cámara para recordarla. Un saludo!!

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  2. ooh la niñez, yo de vez en cuando vuelvo a ella, sin duda debería ser la etapa más feliz en todo ser humano, ya sabemos que por desgracia no es así, niños felices adultos felices, eso pienso yo al menos. Esa mirada tiene fuerza. Precioso post.

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    1. Gracias Rosa, el ver niños felices nos da esperanza para el futuro.
      Saludos.

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