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Manul Ansede
Un día de 2011, un pastor llegó a un hospital de campaña de Médicos sin Fronteras en una aldea de Sudán del Sur. Sufría dolores en las tripas, escalofríos y su frente parecía una sartén. Tenía claramente brucelosis, una enfermedad provocada por una bacteria habitual en las vacas que suele saltar a los pastores cuando beben leche o comen queso sin pasteurizar.Una mujer nuer insufla aire en la vagina de una vaca / Hugo Bernatzik Pero aquello no era una brucelosis normal. Era una brucelosis galopante. Los médicos no entendían cómo la enfermedad había evolucionado tan rápidamente y el pastor aseguraba no haber hecho nada raro las semanas anteriores. Hasta que, bombardeado por las preguntas de los doctores, recordó: “He soplado a una vaca”. Los médicos escucharon atónitos su relato. Había puesto la boca en la vagina de una vaca para, literalmente, intentar inflarla. Lo hacía toda su tribu, los nuer, desde tiempos inmemoriales para tratar de estimular la producción de leche. La anécdota, según recuerda en su blog un camarógrafo de Médicos sin Fronteras, es desde entonces la conversación habitual de la sobremesa cuando llega algún visitante a la misión médica en Sudán del Sur. Pero el soplido es mucho más que una fuente de chistes fáciles. Ahora, cuando medio mundo tiene en su bolsillo un teléfono más sofisticado que la nave que llevó a Neil Armstrong a la Luna, es difícil de creer, pero hubo un tiempo en el que media humanidad soplaba por las vaginas de las vacas. La supervivencia estaba en juego. La razón es muy conocida para los etnólogos. Aunque muchos niños de las ciudades ya no lo saben, las vacas no dan leche todo el año. Dan leche cuando tienen una cría que alimentar, como las mujeres. Así que cuando un ternero muere o desaparece, su madre deja de producir leche. Esto, en un poblado dependiente del ganado, es una tragedia. Por ello, a lo largo de la prehistoria y de la historia los ganaderos han inventado soluciones para intentar engañar a la vaca y que siga produciendo leche: o ponerle un ternero de otra madre o introducirle aire por la vagina para producir una especie de falso embarazo. Lo que vieron los médicos cooperantes en Sudán del Sur en 2011 son los vestigios de una práctica que dominó el planeta, como ha demostrado el etnólogo Jean-Loïc Le Quellec, del Centro Nacional de Investigación Científica francés. En un estudio publicado en la revista del Museo Nacional de Historia Natural de París, Le Quellec muestra un grabado en la roca llevado a cabo hace unos 6.000 años en Wadi Imrâwen, en Messak (Libia). En él se observa una figura humana aparentemente insuflando aire en la vagina de una vaca. En otra imagen, una pintura rupestre realizada en Immidir (Argelia) hace unos 4.000 años, aparece la misma estampa. Como constata el arte rupestre, sostiene Le Quellec, durante milenios los seres humanos se han agachado para asomarse a la vagina de una vaca y soplar dentro de ella, con la esperanza de tener más leche para la familia. Hoy sabemos que hay una explicación científica: la estimulación de la vagina de la vaca favorece la liberación de oxitocina, una hormona que facilita la lactancia. Omnipresente La práctica, que mirada con ojos occidentales es asquerosa, ha llegado hasta nuestros días. Los etnólogos han observado el soplido ancestral en los nuer de Sudán, los tuaregs de Níger, los fulani de Malí, los teda de Chad, los beduinos de Egipto, los masái de Kenia y en varias tribus de Suráfrica, Namibia, Tanzania y un largo etcétera. Pero no es en absoluto una costumbre africana. De alguna manera, la práctica se fijó en el ADN del ser humano desde que soltó la lanza y comenzó a domesticar a los animales salvajes en lugar de salir a cazarlos. En el siglo XVIII, cuando el explorador europeo Johann Eberhard Fischer llegó a Siberia, vio “cómo los yakutos [el mayor grupo autóctono de Siberia] soplaban en el útero de sus vacas para que dieran más leche”. En India, la práctica, conocida como phooka, se llevaba a cabo mediante una caña de bambú y fue prohibida ya en 1890 por la Ley de Prevención de la Crueldad contra los Animales. “Desde que supe que la vaca y la búfala eran sometidas a la práctica de la phooka, desarrollé un fuerte rechazo a la leche”, escribió Mahatma Gandhi en su autobiografía. “La técnica no es desconocida en Europa, donde fue practicada en el siglo XIX por los campesinos de Hungría y Bosnia, que soplaban en la vagina de sus vacas mediante un pequeño tubo”, advierte Le Quellec en su estudio. En Francia, la práctica aparece en documentos históricos a lo largo del siglo XIX y se sigue llevando a cabo todavía hoy en la región de Aubrac, según Le Quellec, que cita al ganadero local André Balladier. Y la técnica también se ha observado en Irlanda. En 1681, el viajero inglés Thomas Dingley describía esta práctica con humor, tras un periplo por el país: “Al ordeñar las vacas, cuando la leche no sale con facilidad […] soplan con sus bocas todo el aire que pueden, con lo que muchas veces acaban con la nariz llena de mierda”. El seguimiento de esta técnica a lo largo de la historia ha servido para iluminar una de las etapas clave en la evolución humana. Según la hipótesis clásica, postulada en 1981 por el arqueólogo británico Andrew Sherratt, los cazadores-recolectores comenzaron a domesticar a los animales salvajes hace unos 10.000 años para tener una fuente móvil de carne. Ordeñar al ganado para obtener leche o aprovechar su lana habrían sido innovaciones de una fase posterior, una parte más de la “Revolución de los Productos Secundarios” ejecutada al menos tres milenios después. Sin embargo, el análisis de restos de vasijas cerámicas de Oriente Próximo ha mostrado que los pueblos de la región ya hacían queso hace 8.500 años. Y, a juicio de Le Quellec, la presencia de la técnica del soplido en el arte rupestre del Sáhara “prueba que la primera difusión de ganado en el continente africano estuvo acompañada por la técnica del ordeño”. Los ganaderos procedentes de Oriente Próximo entraron en África ya bebiendo leche hace más de 6.000 años. Y cuando sus vacas estaban secas, soplaban por sus vaginas, como siguen haciendo los pastores nuer en Sudán del Sur. |
viernes, 13 de septiembre de 2013
Restos de cerámicas del Oriente Próximo de más de 8500 años ilustran sobre una costumbre ancestral: soplar la vagina de las vacas.
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Me ha parecido muy interesante, muchas gracias Mirta, jamas se me hubiera pasado por la cabeza que fuera tan necesario para la evolución humana.
ResponderEliminarMe alegra que te haya interesado, a mí también me llamo mucho la atención cuando lo leí, por eso lo subí. Te agradezco por comentar. Saludos.
ResponderEliminarInteresante post, sin duda, pero a ver, soplar, es soplar? Lo digo por el hecho que hay demasiadas leyendas de ganaderos y pastores manteniendo relaciones zoófilas con los animales, siento si parezco mal pensada o inculta; no es en ningún momento mi intención. Y aunque mal pensada lo soy, no me considero inculta, pero sí desinformada en varios ámbitos.
ResponderEliminarSe trata más del hecho de la diferencia de significado de palabras en unos países y otros de habla hispana, que por otra razón.
Espero que no lleve a ningún mal entendido mi respuesta!
Saludos!!!
Hola Rosa, el artículo me llego a través de una línea seria, es un lugar al cual estoy suscrita y es para profesionales médicos, con lo cual no hay otras intenciones. Lo que refiere la nota ocurre realmente, yo también quede asombrada, desconocía el hecho, aunque cuando lo pensas, es lógico para una necesidad social de supervivencia.
EliminarTe agradezco el leer algo tan extenso y comentar.
Un gran saludo.
Increíble!! Es todo un descubrimiento para mi, no se me hubiera pasado por la cabeza!! pero después de leer este magnífico artículo me imagino que lo hacían de forma tan extendida en el tiempo y el espacio porque funcionaba....Aún así, gracias a Dios parace que ya no se practica más que en tribus muy concretas...Muy buena información, no es arte pero el saber algo que se ignoraba también resulta muy, muy hermoso. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias a vos Maria Dolores por leer algo tan extenso, trate de resumir pero me pareció que perdía fuerza. Saludos..
ResponderEliminarEso pense yo Alfmega, cuando abrí el sitio y leí la nota no podía creerlo y como habla algo acerca de cerámicas que representan el hecho, me pareció algo que era para compartir y lo subí. Nunca había escuchado de esta práctica, ni lo había leído o estudiado en toda mi vida.
ResponderEliminarTal vez tenga que empezar un blog de cosas extrañas :). Saludos amiga.
Esto debe ser como eso a lo que aludimos en ocasiones: "como la receta de la abuela, no hay nada". Pues eso. Desconocía esta práctica, pero con tu información, hoy aprendí algo nuevo, aunque espero no tener que practicarlo nunca...jajajaja.... Bueno, un saludo Mirta!!
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