Hoy voy a hablar de mis amigos, de los que generosamente la vida me obsequió...
Primero fueron mis padres, aquellos que crearon mi vida y estuvieron junto a mí incondicionalmente, ayudándome a crecer, a estudiar, a aliviar mis penas y festejar mis triunfos y alegrías, los que me acompañaron en todos los momentos tolerando mis caprichos y mi altanería de joven que sabe todo de la vida .
Mi padre, él ¡muy macho!, que lloro como un niño cuando se entero de mi embarazo, mi madre que me cuido tiernamente durante las largas horas de la espera. Ambos, juntos, siempre juntos, compartieron las horas de la infancia y adolescencia de mi hijo, fueron sostén y compañía. Fueron ese refugio que nunca falla cuando uno lo necesita, fueron grandes padres y amigos.
Partieron, cada uno a su manera, en su tiempo y a su modo. Juntos compartimos más de cincuenta años de risas y llantos, siempre juntos, siempre a mi lado. Ellos me gestaron y por siempre fueron mis amigos, mis leales amigos, mi grandes amigos.
El tiempo paso, infancia y adolescencia, los compañeros del colegio, del barrio, del club, ¿podemos llamarlos amigos? o ¿solo fueron la compañía ocasional de aquellos tiempos?
Siguieron transcurriendo los años y llego la juventud, época de oro, hora de la Universidad, tiempos de fortaleza, de ser dueño del mundo. Ahí conocí al otro gran amigo que la vida me otorgo.
En ese tiempo de estudio y de compañeros de Facultad, en medio de todos ellos uno sobresalió, comenzó nuestra amistad con desencuentros y opiniones encontradas, uno enfrentando al otro, cada uno en su bando, pero ¡de pronto! surgieron las ideas en común, las películas compartidas, los libros, los cuadros, los versos, las guitarreadas, todo un mundo de pensamientos similares y entonces descubrimos nuestra amistad enamorada que lleva ya cuarenta y cinco años de vida compartida.
Vinieron otros años, los de la vida a full, con mucha gente que camino a nuestro lado, son los que yo llamo "compañeros de camino". Llegaron, estuvieron, nos divertimos un rato y luego partieron o nosotros partimos. En algún momento cada uno siguió su destino, como debe ser y así fue.
Mis mejores amigos a los cuales quiero rendir homenaje en el día del amigo: mis padres que vuelan por el espacio, rondando mis sueños y a veces enviándome un viento cálido que me recuerda sus abrazos sin abrazos, sus entregas sin condicionamientos.
Mi mejor amigo de hoy: el hombre que esta a mi lado, el que me acompaña, el que desde aquellos lejanos años de juventud tolera mis idas y venidas, el me conoce, el que me entiende sin palabras, el que me acaricia sin tocarme, el que me conoce mi pensamiento antes de que lo ponga en palabras. Tantas cosas vividas, tanto para festejar y tanto para llorar.
Este es mi gran amigo; muchos dirán, tal vez, que mi riqueza en la amistad es muy pobre, a esos los desafío a que encuentren amistades como las que yo he tenido y la que tengo la suerte de tener en este momento. Esas amistades que solo se van con lo invencible, con lo irremediable, con lo que cada uno lleva a su lado desde el momento en que nacemos, la que nos acompaña y nos espera, sin prisa pero sin pausa.
A mis amigos...