La mayoría de los habitantes de la ciudad han huido del calor hacia los lugares vacacionales, las pocas personas que quedan, aprovechan para pasear por los espacios verdes, amplios y frescos que Buenos Aires les ofrece.
Tranquilidad, paz, para las familias que han quedado, pero de pronto en el horizonte surge una amenaza...
Un vendedor de pelotas inflables se asoma en lo alto de las escaleras del parque.
Baja las escaleras pausadamente...
Pasa junto al otro gran objeto de deseo, el heladero...
Un niño descubre al vendedor...
Corre a contárselo a sus padres, juntos, como una familia, tienen que decidir entre ambas tentaciones, surge la duda, el deseo, ¿cual triunfará?...
Continua la deliberación, el niño parece ya tener definida su elección...
¡Si!!!. El objeto del deseo ya esta en las manos del niño...
Feliz, con su juguete, se aleja del heladero (el pobre, esta vez, a perdido)...
Desde las escaleras comparte con su padre la alegría del juego, un hermoso momento que los une y los estrecha con la inocencia del tiempo detenido...
El valor de estos momentos no puede medirse con valores, solo con sentimientos. Ha existido la duda, la decisión familiar y, finalmente la feliz tarde compartida, que quedará para siempre en los hermosos recuerdos de la infancia...
El niño en su inocente sabiduría lo sabe, por ello disfruta su pelota y con ella sube las escaleras...
Y como Rocky llega hasta lo alto, ¡ha triunfado!, sabe que lo que importa no es la pelota, que le hace compañía por un momento, lo que valora es el amor de su familia, el contar con ellos, saber que en el mundo hay quienes están y estarán con él, siendo felices con su felicidad...
Una tarde de verano, un parque de Buenos Aires, una familia que ha vivido un encuentro con la duda, ha tomado una decisión, ha compartido el frágil instante alegremente,... ¡que hermoso final! para un espléndido día de verano, en un lugar de la ciudad, en un lugar del corazón...
wow, me encanta como eres capaz de plasmar un simple paseo por Buenos Aires, en un relato de humanidad que llega al fondo de las personas. gracias Mirta... y me alegro por la elección de esa pelota.
ResponderEliminarGracias por tus elogiosas palabras Carlos Javier, a mi también me gusto mucho la elección del pequeño y lo feliz que se veía toda la familia. Al final es lo que queda...y lo que perdura, los buenos momentos compartidos. Un abrazo
ResponderEliminarMe gustó mucho esta entrada! Te escribí un extenso comentario y se me agotó el tiempo para publicarlo!=S jaja Te decía Mirta que cuando salgo ( que lo hago poco), a veces me cuelgo observando a las personas, imaginando su vida y que eso me acerca mas a la humanidad, porque entiendo que somos todos iguales con alegrias y fracasos. En fin, me gustó esta historia que captaste tan bien, porque son esos momentos que quedan grabados en la memoria. Un abrazo amiga
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado Soledad. Una parte importante de mi vida actual es la observación permanente de todo lo que me rodea, tratar de captar y poder armar una nueva experiencia que me enriquece y me hace muy feliz.
ResponderEliminarLo que te paso con el comentario, a mi me pasa seguido cuando entro con el mail, cuando empiezo a darle a publicar, no sale, tengo que empezar todo de nuevo, es un fastidio, eso me hace valorar aún más el tiempo que te tomaste para comentar en mi blog. Un gran abrazo y muchas gracias.
Un relato con mucha sensibilidad. Las personas que saben apreciar las pequeñas cosas y que pueden disfrutarlo aparte de tener un don, son felices. Gracias Mirta.
ResponderEliminarUn afectuoso abrazo desde España.
Gracias Marybel por tu comentario, el disfrute del segundo a segundo es lo que forma la vida y como vos decís, la felicidad. Un gran abrazo desde Argentina para una estupenda amiga.
EliminarPreciosos momentos. Los más sencillos y los más vividos. Nos acompañan siempre con ese dulce sabor de poca que nos deja la melancólica nostalgia. Que grande eres que encontráis tanta belleza en lo más pequeño. Gracias Mirta
ResponderEliminarCada pequeño momento hace nuestra vida, me llevo un tiempo comprenderlo, pero una vez que lo descubrí, se inició una etapa más relajada y contemplativa de mi vida, mucho más feliz; ahora todo brilla como las hojas después de la lluvia. Muchas gracias por tus palabras Amparo. Un abrazo.
EliminarQué momento tan íntimo nos compartes Mirta. Es un momento que llena y visto a través de tus ojos quedará eternizado en tus fotografías. Me gustó esa tarde veraniega de Buenos Aires, saludos!!
ResponderEliminarUn hermoso momento, me recordó tanto a los tiempos de mi infancia y la de mi hijo, que me resulto un deleite contemplar la felicidad de esta familia. Gracias Sonia. Besos.
EliminarExprimiendo la belleza de una tarde sencilla donde otros muchos no verían más que calor y desasosiego ;)
ResponderEliminarGracias Enrique, disfruto mucho encontrando estos momentos. Camino con el espíritu anhelante por descubrir la belleza que nos rodea, es mucha y es digna de ser disfrutada. Un gran abrazo.
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